El diÌa amaneciÌa, gris, friÌo y encapotado y no pareciÌa que fuese a mejorar. Una tiÌpica manÌana invernal en BerliÌn. El autobuÌs nos dirigiÌa camino a la Container City en barrio oriental de Kopenick, para encontrarnos con algunos de los refugiados que habiÌan llegado a Alemania en los uÌltimos meses, principalmente sirios.
Callejeando aparecioÌ la Container City, que con sus diversos colores “alegraba” el paisaje del lugar. En una de las ventanas, dos refugiados nos saludaron con una sonrisa en la cara y nos indicaron coÌmo llegar a la puerta de entrada. AhiÌ, la seguridad alemana nos informoÌ que hasta las 16.00 horas - Jornada de Puertas Abiertas- no se permitiÌa acceso a prensa. Eran las 13.00.
Al chico de la ventana no le parecioÌ bien que no nos dejasen entrar cuando eÌl habiÌa dado permiso. “Nein (No). Bis 16.00 Uhr (hasta las 16.00)”, aseveraron de nuevo los guardias de seguridad. Al chico le dio igual, salioÌ en sudadera al friÌo de la calle a contarnos su experiencia. Su nombre Ali Aebdunlkreem, 32 anÌos originario de Dumar, Siria. “Llevo dos meses en Alemania, en los containers soÌlo tres diÌas. Antes estuve en Spandau (barrio occidental de BerliÌn)” -¿Y estaÌs contento en Alemania?- “SiÌ, mucho. Puedo salir y dar un paseo. Estoy seguro y tranquilo”. AsiÌ comenzaba Ali su relato, feliz de poder llegar vivo a Europa pero triste por dejar a su familia en TurquiÌa, en doÌnde las condiciones distan mucho de las del viejo continente.
Nader, el companÌero de habitacioÌn de Ali, llegoÌ al final de la entrevista. Alto, delgado y demacrado por las duras experiencias vividas en su paiÌs, aterrizoÌ en tierras germanas hace ya seis meses. Su viaje no fue nada faÌcil: de Siria a Italia, de Italia a Francia y de ahiÌ a Alemania. “Fue muy duro. Viajamos en barco de Siria a Italia. En menos de cuatro horas, murieron a mi lado dos personas. Todo por huir de nuestro paiÌs”. Un paiÌs que continuÌa envuelto en una guerra civil desde 2011 que parece no tener fin.
Nader, que no quiere ser filmado, cuenta que en su paiÌs es imposible vivir “bombas, bombas siempre, por todas partes”. Le pregunto si se siente seguro en BerliÌn despueÌs de las manifestaciones del grupo islamoÌfobo PEGIDA, que tienen lugar todos los lunes en Dresde y en otras ciudades como Leipzig, Düsseldorf y BerliÌn, responde: “¿Sabes quieÌn es Daesh? (Estado IslaÌmico en AÌrabe), ¿Daesh?. Yo conviviÌ con ellos. Muy peligrosos. Vi como decapitaban a unas personas que pasaban por delante por soÌlo haberlos mirado. Las llamaron, se acercaron y luego, fin”. La pregunta sobre los antiislaÌmicos alemanes quedoÌ respondida. Nader continuÌa: “y los vi, a ellos tambieÌn. Europeos joÌvenes luchando a su lado ¡y mujeres!. No lo entiendo. ¿Por queÌ van los europeos a combatir con Daesh?”.
Ali y Nader pertenecen al Programa de Acogida de Refugiados Sirios del Ministerio del Interior de Alemania. En una nueva orden emitida el 18.07.2014 el gobierno alemaÌn se comprometió a acoger a 20.000 refugiados sirios que seraÌn trasladados a las diferentes comunidades autoÌnomas (Bundesländer) debido a la situacioÌn de emergencia a la que estaÌ sometido el paiÌs. SeraÌ acogido todo sirio procedente de Siria al igual de los que esteÌn refugiados en paiÌses cercanos como Libia o Egipto. AdemaÌs la canciller alemana Angela Merkel tambieÌn ha optado por acoger a los iraquiÌes, debido a la creciente expansioÌn de Estado IslaÌmico en la zona.
Bis 16.00 Uhr
A las 16.00 de la tarde se abriÌan las puertas del barrio II de Salvador Allende en la Alfred Randt Strasse. 400 de los 2.400 refugiados que se encuentran en reÌgimen de asilo en BerliÌn, comenzaron a trasladarse antes de Navidad a los 346 containers que conforman este conglomerado. Entre ellos se encuentran Ali y Nader. El ayuntamiento de BerliÌn aporta 43 millones de Euros para la construccioÌn de otras cinco ciudades containers en la capital germana, asiÌ lo confirmoÌ Mario Czaja, senador de Salud y Asunto Sociales (CDU) el pasado mes de Octubre de 2014.
Esta accioÌn provocoÌ el descontento de muchos berlineses y un creciente rechazo traducido en forma de manifestaciones en los meses de noviembre y diciembre y en comentarios como los de una vecina que estaba esperando a entrar: “Hay aquiÌ una guarderiÌa, una escuela y una residencia de ancianos. Y ellos aquiÌ... Lo que pasa es que los alemanes parece que tenemos que cargar con la culpa del pasado y ser la casa de bienvenida de todos. ¿Y nosotros queÌ?, ¡TambieÌn somos pobres!”. Su acompanÌante, con la misma indignacioÌn, anÌadiÌa: “Lo disfrazan de guerra”. Miradas. Nadie articula palabra. En la entrada fueron invitados a abandonar el recinto porque su discurso no cesaba. Peliculas completas en youtube
Las mencionadas manifestaciones propiciaron la iniciativa de Salvador Allende II para organizar una sesioÌn de Puertas Abiertas. “Tuvimos unas cuantas (manifestaciones) aquiÌ delante y tengo que decir que alguna gente teniÌa realmente miedo”, aclara Kai Wienert, voluntario de Salvador Allende II desde el mes de Diciembre, y anÌade “por eso hacemos hoy la Jornada de Puertas Abiertas, para que los vecinos sepan quieÌn es esta gente, coÌmo viven y queÌ hacen”.
Kai estaÌ por otra parte sorprendido. Hay muchos vecinos que se implican con los refugiados, les traen donativos e incluso muchos de ellos acuden al centro soÌlo para prestarse como voluntarios para acompanÌarlos a las instituciones burocraÌticas o a dar una vuelta. “El feedback es muy bueno”. Medios de comunicacioÌn alemanes y vecinos se pasearon la tarde del 02.02.2015 por las habitaciones de 15 metros cuadrados en donde viven los refugiados. Pudieron entrar en los banÌos amplios y provistos de ducha en el segundo piso y en las cocinas comunales, y tener una nueva o mejor opinioÌn al respecto.
No es todo oro lo que reluce
“Un paiÌs no puede estar sobrecargado. Y yo me pregunto coÌmo hace el gobierno en LiÌbano que ha acogido a 1.5 millones de sirios y no tienen una estructura poliÌtica organizada como en Europa y no dice que no acoge a nadie maÌs, pero aquiÌ en seguida se ponen barreras. La libertad de circulacioÌn funciona soÌlo para el dinero, no para las personas”, cuenta en entrevista Walid Chahrour, director del Centro de Asesoramiento y AtencioÌn para refugiados y emigrantes en BerliÌn, BBZ sus siglas en alemaÌn.
Para Chahrour los containers no son casas: “no creo que ni tu ni yo aguantaÌsemos ahiÌ mucho tiempo. Esa gente viene con familia. No es lugar para ellos”. Habla su experiencia de maÌs de diez anÌos al frente del centro. “Asesoramos a refugiados de maÌs de 52 paiÌses distintos pero desde 2013 el 70-80% de ellos son sirios, debido al proyecto”.
Walid Chahrour se refiere al Programa de Acogida de Refugiados Sirios en Alemania en el que participan Ali y Nader. Matiza que no soÌlo vienen por la guerra en su paiÌs, sino que tampoco se sienten seguros en los paiÌses vecinos. “TuÌnez estaÌ en peligro, Marruecos todaviÌa no, pero poco le falta, SudaÌn y LiÌbano estaÌn al borde del desplome. La situacioÌn en Oriente Medio es insegura y prefieren venirse a Europa”.
Chahrour hablar despacio, claro y con sabiduriÌa. Explica que la situacioÌn de los refugiados cuando llegan a Alemania variÌa. Al principio se sienten seguros, a gusto y protegidos pero con el paso de los diÌas, semanas y meses su estado de aÌnimo cambia. No pueden soportar tanta burocracia. Walid pone el ejemplo de un hombre que acudioÌ a su asesoriÌa y le dijo que en menos de un mes habiÌa recibido maÌs cartas que en toda su vida. “La situacioÌn les sobrepasa y muchos caen en depresioÌn. Antes trabajaban un tiempo aquiÌ y se volviÌan a su paiÌs pero ahora desgraciadamente ya no pueden”.
Walid Chahrour atiende a maÌs de 20 personas por diÌa en su oficina en la Turmstrasse en el barrio de Moabit, de todas las edades, nacionalidades y religiones. En maÌs de 10 anÌos de experiencia sacoÌ una conclusioÌn : “Esta gente goza de libertad pero han perdido la dignidad y el honor que los caracterizaba en su tierra, estaÌn en paz pero han perdido su independencia. Han perdido muchas veces, el sentido de la vida”.
Vida que han puesto en peligro en su largo viaje para salvarla. Llegar a puerto y perder el rumbo. Su bruÌjula perdida a mano de los “fobos”, esa gente que tiene miedo a lo que ignora, y traspapelada en las altas esferas. Pero en las bajas todaviÌa quedan mapas de situacioÌn: nietos e hijos del exilio y de la emigracioÌn que no deben olvidar su antepasado y hacer sentir como en casa a los que llegan a sus fronteras. Huyen de una guerra, en la que no olvidemos, que es global.
Ángela Pontes Rodríguez es periodista, fotógrafa y cámara. Nacida en Santiago de Compostela hace 26 años, emigró a Alemania en 2012 con motivo de una beca Leonardo da Vinci.Durante tres años y medio vivió en Berlín, ciudad en la que trabajó no sólo en su campo profesional, sino también en otros muchos sectores. Después de una larga y dura lucha por la búsqueda de un empleo digno en Alemania, decidió dejar el país y mudarse a Italia… aunque sin desvincularse del país germano.
Un día gris en la ciudad de los REFUGIADOS
El diÌa amaneciÌa, gris, friÌo y encapotado y no pareciÌa que fuese a mejorar. Una tiÌpica manÌana invernal en BerliÌn. El autobuÌs nos
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2021-02-21

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